Capuccino fácil, un café para disfrutar
El sábado siguiente llegamos a la cafetería y nos fuimos directamente a saludar a Josep que estaba detrás de la barra.
Micalet le tendió la mano –era la costumbre que habían establecido los dos – y le entregó una bolsita de papel con asas.
– Es para ti Josep – dijo Micalet.
– Sorprendido, abrió la bolsita. Ahh!!! Un Abadía, un aceite de oliva virgen extra de alta gama.
– ¿lo conoces? – le pregunté
– Por supuesto, es un exquisito aceite elaborado a partir de un “groupage” de las mejores aceitunas de las variedades Arbequina y Picual. Este aceite llega a la excelencia. Se debe usar solo en crudo, yo lo usaré para mis ensaladas y para mis tostadas en el desayuno. Muchísimas gracias.
– A Micalet se le notaba muy contento por haber acertado con el regalo. Yo también lo tomo con las tostadas en el desayuno -dijo.
Sonreí en mi interior pues solo lo había hecho en dos ocasiones desde que estuvimos en la cafetería el sábado anterior. Pero estaba seguro que a partir de ahora, sería su desayuno habitual y que ya no habría tantos problemas para comer ensaladas.
– Bueno yo también tengo un regalo para ti – poniendo cara de intriga -, pero te lo daré cuando te vayas a casa. Venga! a trabajar, Micalet atiende a tu padre, acompáñale a la mesa que el prefiera y tómale nota de lo que desea tomar.
– Me acompañó a mi mesa habitual, cerca de la ventana y cogiendo una libreta y un lápiz que se había traído anotó : Un café espresso perfecto
Al momento volvió con un café espresso perfecto diciéndome: aquí tiene su café, señor. No pude evitar sonreír. Esto de sonreír se está convirtiendo en una costumbre en la cafetería de Josep.
Tras poner un poco de azúcar y remover, volví la cabeza y vi que estaba atendiendo a un grupo de chicas y chicos junto con Josep.
Me quedé leyendo mi novela policiaca de John Verdon, la primera de una serie de cuatro, “Sé lo que estás pensando”.
Al cabo de una hora, me acerque a los dos y le dije a Micalet que era hora de volver. Josep nos dijo que esperásemos un momento y reapareció en apenas un minuto con una caja.
– Micalet, aquí tienes tu regalo.
Lo destapó, miró que había dentro y de un salto se abrazó a Josep, diciéndole, Gracias! Gracias! Gracias!
Cuando se soltó de Josep, que estaba tremendamente feliz, me enseñó el regalo: ¡Un auténtico sombrero Hipster! – casí chilló.
– Me ha dicho Micalet que tienes una cafetera Caffitaly con cápsulas caffitaly. No está nada mal – me dijo Josep.
– Si, así es.
– ¿Tiene lanza de vapor?
– No, no tiene.
– Bueno, pues tendrás que comprar un batidor eléctrico o una French Press, para que Micalet practique y consiga un capuccino CASI perfecto, en casa. Se ha tomado notas de cómo hacer un capuccino, pero tendrá que adaptarse a la maquinaria que tiene en casa.
Nos despedimos y en el camino de vuelta, Micalet ya se puso el sombrero y comenzó a cantar.
Al llegar a casa, me enseño la nota que había escrito en su cuaderno (hacer un capuccino fácil) y me recordó que tenía que comprar un batidor eléctrico o la French Press (le anoté en boli rojo, como podía hacer los pasos en casa):
1- Se prepara un espresso en una taza de cappuccino= Cafetera Caffitaly +Cápsulas Caffitaly.
2- Se llena media jarra de calentar, con leche bien fría 2+3+4+5+6+7= batidor eléctrico o French Press.
3- Se limpia y se purga la lanza de vapor.
4- Se emulsiona la leche con la lanza de vapor, inclinando la jarra y aplicando la boquilla del vaporizador sobre la superficie de la leche para que se cree un remolino y así penetre el vapor de forma homogénea.
5- La temperatura máxima a alcanzar son 69 ºC, pues a partir de esa temperatura, la lactosa de la leche empieza a desnaturalizarse y le da un sabor amargo a la leche. Se detectan los 69 ºC cuando poniendo la mano en la jarra, empiezas a quemarte. Entonces se apaga el vaporizador.
Se emulsiona partiendo de leche fría porque así tienes más tiempo para emulsionar que si lo haces a partir de leche caliente, antes de alcanzar los 69 ºC. La leche es igual que sea entera que semi, pero mejor entera.
6- Se limpia y se purga la lanza de vapor.
7- Se mezcla la crema emulsionada con la parte de leche que no se haya emulsionado, removiendo la jarra.
8- Se vierte la mezcla anterior en el espresso.
9- Se espolvorea con una pizca de cacao o canela al gusto de cada uno tras verter la leche o bien directamente en el café espresso antes de verter la crema de leche.
Y finalmente se puede añadir azúcar si uno lo desea. Un buen capuccino te pone una sonrisa en la cara.
El conocimiento sin pasión por explicarlo, por compartirlo, es una moda vacía. El conocimiento sin humildad, produce rechazo.
¿Has hecho alguna vez un capuccino en casa? ¿Te atreverías?
Continuará…